martes, 16 de septiembre de 2008



















ORACIÓN A LA SABIDURÍA


MINERVA NUESTRA
QUE ESTÁS EN LOS LIBROS,
CONCRETIZADO SEA TU NOMBRE,
VENGA TU PRAXIS,
HÁGASE LO QUE PREDICAS
EN LA ESCUELA
COMO EN LA "U"
DADNOS HOY
NUESTRO SABER DE CADA DÍA.
NO PERDONES EL ACADEMICISMO,
COMO TAMBIÉN
NOSOTROS NO PERDONAMOS
EL DOCENTISMO.
NO NOS DEJES CAER
EN EL FORMALISMO
Y LÍBRANOS
DEL DOGMATISMO
POR LOS CICLOS
DE LOS CICLOS...
ASÍ SEA.

DESDE ALGÚN LUGAR DEL "BOONKER"

NOVIEMBRE DEL 88



Saludemos la cultura orgullosos

Tony Peña

Qué cultura es socialmente correcta para las izquierdas políticas en un mundo transgredido por el multiculturalismo, el relativismo cultural, la deculturación, enculturación, aculturación, la variabilidad cultural, las tendencias culturales, transculturación y otras yerbas, que si bien no son venenosas, pero subyugan. Qué hacer ante semejantes procesos inexpugnables, a simple vista de pirata. Hoy por hoy es mucho más debatible que nunca que esa pregunta tenga réplica o sentido, y quizás en esto hay que detenerse forzosamente para fantasear acerca del futuro del hecho cultural en El Salvador.

Al decir izquierdas, nos referimos lógicamente, a un conjunto de segmentos del espectro político que consideran prioritaria la consecución de la igualdad social por medio de los derechos colectivos; en general, éstas tienden a defender una sociedad laica, igualitaria y multicultural. En función del equilibrio entre todos estos factores, las izquierdas políticas son en realidad diversas ramas ideológicas.

Sin caer en eruditismo trasnochado, en la década de los 80s la UNESCO declaró, que “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden…” y paro de contar, porque en efecto, y no me digan, quiénes de todas las izquierdas, hombres o mujeres, no estarían de acuerdo con esa extraordinaria Declaración de México en 1982.

En nuestro país la cultura popular se discute como cuestión política desde hace tiempos, en especial, en reciprocidad con un proyecto político sea éste de izquierda o de derecha. La costumbre real nos indica que no es viable la compatibilidad entre el proyecto de gobierno de derecha y el proyecto de cultura de las izquierdas. Creemos en personas más sensibles al dolor humano, a las condiciones humanas. Asimismo, pretendemos que cualquier expresión cultural esté calada de practicidad y no de promesas del deberíamos hacer. Existen miles de ejemplos para describir los equivocados senderos por los que galopa la cultura salvadoreña y con ella, los obstaculizados y colisionados intentos de difundir las expresiones culturales más urgentes.

Desde nuestra experiencia docentil se hacen intentos sencillos de cómo la cultura en sus diversas expresiones puede convertir al ser humano en constructor de identidad, autodeterminación, que tome conciencia de sí mismo, una persona humana crítica y éticamente comprometida con su entorno; por ello, es necesario que desde nuestras circunstancias potenciemos la idea de persuadir a los grupos hegemónicos, élites parnasianas y políticas para que bajen del Olimpo y puedan pernoctar una noche en la llanura.

Lamentablemente, no todo es color de rosa como la pantera, en el caso de las izquierdas, hay gente de izquierda que teniendo posibilidades de gestionar condiciones elementales para desarrollar verdaderos procesos de desarrollo cultural duermen el sueño de los justos y preponderan las aspiraciones materiales y no así las espirituales, entendido lo espiritual no con tinte esotérico ni religioso. Muchos no desconocemos la realidad cultural de nuestra población, pero no superamos la sana crítica ni la crítica insana ni la buena voluntad, recorremos en nuestro imaginario tecnócrata-académico kilómetros y kilómetros de lo que deberíamos hacer y que es urgente; sin embargo, como diría un mi amigo con nombre de musulmán, “definimos y explicamos el universo pero no somos capaces ni de armar una piñata” y no es por que no haya creatividad, disposición y voluntad sino porque en un mundo globalizado como el nuestro los temas que no generan ganancias pasan al archivo de la asamblea general o de la junta directiva o la comisión política.

La cultura es algo más que la sumatoria de objetos, hábitos, costumbres de los individuos. Tiene que ver con la historia y el ámbito geográfico de un grupo. Si la cultura tiene que ver con la historia, las leyes y el territorio demás está decir que la poesía, el teatro, la pintura, la música, la lectura, el lenguaje oral y escrito son herramientas o medios para conocer la historia, comprender el pasado. Las artes, como cultura, no son manjares que llegan a la mesa del hambriento ni siquiera es educado para degustar semejantes platillos. Un proyecto político de las izquierdas tiende a desmadejar esa realidad que se oculta con sigilo y perversión en los “mass-media”; y no tendría muchas herramientas para hacerlo. La más importante de todas ellas es la credibilidad de que puedan gozar en el conjunto social, sobre todo entre los sectores con menos o ninguna oportunidad. Nosotros consideramos que la creatividad es un símbolo. Después de tanto pensamiento débil y rendición al sistema hay que recobrar la fuerza primigenia de las ideas, de la creatividad. Quizá, talvez se trate de un nuevo intento de redireccionar las izquierdas desde postulados claros y disímiles del sistema económico-social, político y cultural imperante.