lunes, 2 de noviembre de 2009

EN LA PUNTA DE LA LENGUA


«Limpia, fija y da esplendor»

Por Tony Peña









“Limpia, fija y da esplendor”, este lema tomado por la Real Academia de la Lengua refleja en sí mismo una falacia que por siglos ha sido el estandarte de una de las lenguas más importantes en el mundo: La lengua española. A decir verdad, detrás de ese lema subyace una de las peores mentiras que se expresan en la cotidianeidad en tanto que la lengua ni es limpia ni fija ni da esplendor. El lema expresa, es cierto, una visión nobiliaria que encarna una síntesis de grandeza palaciega que lo sitúa desde la óptica del poder, desde la lógica de una caterva de ilustrados que no concibieron al idioma como un ser vivo, cambiante y dinámico.

Limpia, esta característica de la lengua castellana es parte de la mentira: El idioma español desde sus orígenes es producto de una mezcolanza de lenguas primitivas de la península Ibérica que al contactar con el latín vulgar de los romanos va conformándose el aparecimiento del castellano; lo mismo pasó con el Latín, éste surgió de la mezcla del Usco y el Umbro: lenguas primitivas de la península Itálica. Limpia supone pureza para los académicos; entonces, cómo podemos hablar de la pureza del idioma español.

La lengua española como tal, después de ser oficializada por Alfonso X el Sabio, tiene a su base muchísimos vocablos provenientes del griego y del latín; podría decirse que estas dos lenguas son como las fuentes primigenias del idioma español actual; significa esto, que tampoco es tan limpia. El castellano ha sufrido grandes transformaciones en el devenir histórico y dichas transformaciones pasan por aspectos semánticos, morfológicos, sintácticos, geolingüísticos entre otros. En tal sentido, la lengua castellana se ha fragmentado de forma que en la actualidad debemos hablar de una cantidad importante de variantes dialectales del español; llámense variante dialectal salvadoreña, cubana, mexicana, dominicana, argentina, marroquí, filipina…

Imaginémonos la enorme influencia ejercida por los árabes en España por casi ocho siglos de permanencia de aquéllos en la península, desde el siglo VIII al siglo XV dC. Tomando en cuenta sólo el influjo en hechos lingüísticos como elementos materiales de cultura, el árabe como lengua nos indica que más de cuatro mil términos árabes son parte del léxico de nuestro español es estos momentos.

La formidable preponderancia mora en la península española ha heredado un legado de perfil histórico que advierte tanto en la lengua como en el habla una particular forma de expresión. La manera de percibir la realidad conlleva a la forma de cómo nos expresamos verbalmente. El uso del habla y su prosodia enuncian no solamente lo afectivo, también las ideas y creencias.

Considerando la discrepancia en términos culturales entre españoles y árabes en el periodo de la época medieval, es obvio imaginarse que los signos lingüísticos que hablaban de algunas técnicas, cosas y hechos que no eran parte de la realidad entre los españoles, sufrieron la imposición directa de los arabismos, porque no lograban traducirlos.

La imponente cultura los árabes asignó vocablos en el ámbito jurídico que no poseían vinculación o no correspondían a las estructuras sociales de los españoles tales como alcalde, alguacil... En el ramo mercantil aparecen: almacén, quilate, arroba, quintal y fanegas. Entre las ocupaciones se mencionan alfarero, albañil…En términos de la agricultura existen en el español las palabras: albaricoque, alcachofa, naranja y limón…

El árabe como lengua impuesta por los musulmanes llevaba consigo la presencia de palabras del latín, griego, persa y de la lengua india. Si la influencia del árabe con otras lenguas tuvo semejante presencia en la lengua castellana cómo podemos aseverar que la lengua castellana es limpia.

El lector debe saber que casi todas las palabras iniciadas con “al” en español, son de origen musulmán. Algunos ejemplos: alcahuete, albóndiga, alambique, alcohol, alcanfor, álgebra, alhelí, alfombra, algodón, algoritmo, aldaba, aldea, almohada, almíbar, alarde, alarido, albañal, alfil, alfaguara, alacena, alcancía…Además debe comprender que todas las lenguas son producto de la interacción de otras lenguas y que de ningún modo debe aceptarse que hayan existido o que existan lenguas limpias o puras en el mundo; el hablante como lector, debe considerar que en el acto comunicativo lo importante es expresarse libremente si se logra emitir un mensaje que comprenda o entienda el receptor tal cual ha sido la intención o la idea que desea enviar.

El idioma español se vuelve menos limpio cuando a la llegada de los invasores españoles, éste se “enriquece” con la presencia de las lenguas amerindias. La lengua castellana toma para sí términos de los aztecas, mayas, quechuas, caribes, pipiles, lencas, chortis, miskitos, chibchas, toltecas, mixtecas, guaraníes, araucanos o mapuches, aymaras, lacandones, otomíes…Entre las lenguas de estos pueblos están: Quechua, guarançi , aymara, nahuatl, arahuaco, potón, lenca, aymara, tarahumara, pipil, quiché, pocomchí, cakchikel, tzotzil, tzutuil…La lengua española se apropió, de entre otros cientos de términos amerindios, de lo siguientes: Tabaco, pulque, coca, yerba mate, caucho, chicle, quina, achiote, maíz, calabaza, frijol, tomate, papa, camote, aguacate, cacahuete, cacao, vainilla, frambuesa, fresa, zarzamora, piña, yuca, chile, alguashte, ayote…Nuevamente, la pregunta: Será limpia en realidad la lengua española.

El español actual es caracterizado por la influencia de muchas lenguas a través de préstamos lingüísticos, calcos lingüísticos que en la práctica terminan españolizándose; ese influjo que recibe la lengua española es conocido por los cánones de la gramática tradicional como barbarismos; no obstante, en la realidad comunicativa de los hablantes son parte de su pragmatismo lingüístico. El idioma castellano se ha apropiado de galicismos, anglicismos, germanismos, italianismos; esto supone el empleo de palabras de origen francés, inglés, alemán e italiano, respectivamente.

El estructuralismo lingüístico o gramática estructural, como corriente lingüística, tiene a su base un principio que ilustra, de manera clara, el planteamiento que se está abordando: la pureza o limpieza de la lengua. Está corriente, considera que “la lengua la hacen los hablantes” que el paradigma para analizar la eficacia comunicativa del idioma es la expresión oral, o sea el habla; por esta razón, hemos se señalar que la gramática estructural hace caso omiso a las normas gramaticales en el sentido de que el lenguaje es un medio eficaz por excelencia de comunicación.

La corrección lingüística para los estructuralistas pasa por la autorregulación de los hablantes, pasa por el conocimiento y aplicación de los registros idiomáticos de los diferentes grupos de hablante; además pasa por la existencia de los niveles del habla; esto es: el nivel culto, nivel cotidiano o familiar y el nivel vulgar; el hablante medio utiliza esos tres niveles. Un ejemplo de corrección es que si un grupo de hablantes ha convenido o han “acordado” utilizar ciertos términos que le permiten comunicarse indistintamente que adolezcan de gramaticalidad, perfectamente pueden hacerlo. La corrección lingüística supone la disyuntiva dicotómica entre lo correcto e incorrecto y lo adecuado e inadecuado; los estructuralistas prefieren esto último.

Una palabra puede ser correcta para un grupo de hablantes o puede ser incorrecta para otro, según su uso: “Hayga” en la variante dialectal salvadoreña como variante del español, es una palabra que en ciertos grupos de hablantes es utilizada de forma espontánea sin que ello atrofie la comunicación; sin embargo, en un grupo de académicos sería inadecuada en tanto que se esté utilizando el nivel culto de la lengua.

El español es utilizado cotidianamente con ausencia de las normas gramaticales; al usarlo oralmente, no se repara en las reglas porque el habla es espontánea y no precisa del conocimiento teórico para concretarse. El idioma español teoriza acerca de los vicios del lenguaje y si estos vicios están presentes en el habla o la escritura, cómo podríamos hablar de limpieza de idioma. Acepta el castellano, tácitamente, por que en la práctica se dan esas “impurezas” del lenguaje.

Lo limpio de la lengua castellana se contradice, porque por un lado, se habla de la pureza y por el otro, acepta los vicios de la lengua o los vicios del lenguaje, y para variar accede que en literatura se utilicen esas impurezas como licencias poéticas; cosa más absurda, porque en su momento, los defensores de la limpieza de la lengua castellana plantearon que ella llegó a su máximo esplendor con la aparición de la novela “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra; esa novela fue un paradigma del español y de hecho es considerada como obra cumbre de la literatura universal. Surge a partir de lo manifestado sobre la limpieza de la lengua castellana, lo siguiente: Si Cervantes fue el modelo, porqué en su novela aparecen términos como “agora”, “vide” “facere”,”do” ( donde), “hide puta”…Acaso esos términos son puros o limpios para el español actual; o será que la lengua es cambiante y por lo tanto frágil a los cambios lexicales en términos semánticos o morfológicos; o es que la lengua castellana no es muy limpia que digamos.

1 comentario:

fantasmita dijo...

hasta que encuentro un poco de tu vida tony esta vergon el blog, no sabia muchas cosas de vos felicidades y esta vergon el poema dedicado a la humedad de la mujer nos vemos al rato.

Fernando Nunfio