domingo, 31 de agosto de 2008

DESDE LA "U"


LA UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
Por:Tony Peña
Una universidad que no aspire a debatir ni en lo más mínimo, acerca del contexto del cual es parte, está condenada a desnaturalizarse. Distintos sectores, grupos y personas desde el interior de la Universidad y desde su exterior, quieren una Universidad sin compromiso con la sociedad; quisieran una Universidad acrítica y distanciada de los problemas de mayor relevancia social y política en las comunidades.
La Universidad es un micricosmos que no puede desarrollarse única y exclusivamente en las “visiones” del mercado; si así fuese, un horizonte deslucido seguirá empañando nuestro cielo de posibilidades como sociedad que busca mejores opciones de prosperidad.
Las ideas anteriores suponen en esencia, un compromiso por parte de las universidades en su conjunto; pero en especial, el compromiso socio-político de la Universidad de El Salvador, la Universidad pública. La mayoría de los que tenemos algún vínculo con el Alma Máter, sabemos perfectamente que en gran medida la Universidad ha perdido su rumbo primigenio. Un compromiso que muchos y muchas, nos sentimos orgullosos de defender.
Hemos de revalidar el papel de la Universidad en relación con la sociedad salvadoreña y sus dificultades; una Universidad que contribuya a la refundación de bienestar social; una universidad crítica que no sea extraña a la injusticia social que campea en las urbes y en la campiña. Esta es la razón por la cual continuamos con la bandera en la cota más alta, y ratificamos nuestra convicción por la preservación de la Universidad como espacio inviolable para la unificación social.
Se lamenta que después de los Acuerdos de Paz, gran parte del cuerpo docente haya caído en un decantado comodismo, en sacro docentismo y en un exacerbado academicismo. Se lamenta que no haya claridad de cual sea el verdadero rol de la Universidad frente a las necesidades de la sociedad.
El deber social y político de la Universidad tiene que fortalecerse hoy, tiene que encontrar un nuevo valor semántico, que el compromiso social de la Universidad con incumbencia a la educación de la sociedad salvadoreña no puede esquivar una posición crítica ante las políticas de injusticia y desigualdad; y todo ello pasa por la educación en el compromiso político al servicio de la humanidad.
La Universidad en la actualidad, está constantemente acechada por la globalización económica, científica y cultural. La Universidad está llamada a dar contestaciones en proximidad a estas realidades de complejas circunstancias desde su propia especificidad, esto es, desde la docencia, investigación y proyección social. Nuestra Alma Máter debe considerar la multiplicidad de escenarios e impactos que este entorno económico, político y social está creando; esta objeción científica, política, ética y social no puede ni debe ser trivial.
Naturalmente que debe existir equilibrio entre lo científico y lo humano, lo social y lo político, lo ético y lo profesional. No basta con ideologizar, no basta con actitudes consignistas, reiterativas, arcaicas, caducas y pseudosrrevolucionarias que tanto daño, también, han causado a nuestro entorno académico-científico.
El siglo XXI, es la era del conocimiento, las universidades deben jugar un protagonismo decisivo y vital, dado que a la Universidad le corresponde formar el primordial recurso de una sociedad, grupo social u organización: el recurso humano. El alcance de tal propósito para la Universidad tiene a su base el reto de empezar a innovarse al interior, a sí misma, para así aportar mejor a la edificación de una nueva sociedad.
Nuestra Universidad está forzada a un cambio general, que debe originarse con la formación de sus cuadros docentes y administrativos. Primordial es el logro de mutaciones profundas en la Universidad a nivel académico, administrativo en general y estudiantil en particular.
Según la Cumbre Mundial de Educación Superior realizada en la UNESCO París, “las universidades son instituciones en manos de aficionados. ¿Por qué en manos de aficionados? Porque en la mayoría de las universidades del mundo, el personal docente y administrativo no ha recibido la capacitación y la formación para desempeñar tan loable función. Hay una alta proporción de profesionales universitarios, que piensan que por tener un título del tal nivel, están habilitados para desempeñar funciones docentes o administrativas de la universidad, sin haber recibido la formación pertinente”.
Un elemento insoslayable para describir la vinculación de la Universidad, sociedad y política es que en días actuales, caracterizados por la polarización y la contradicción; por la riqueza “plus ultra” de unos cuantos y la pobreza “extralarge” de muchos; por las guerras criminales; por la violencia social; por el mercantilismo voraz y desenfrenado; por el conflicto ecológico; pero también por los progresos en el campo de las ciencias y la tecnología, lo que está en juego es la VIDA en todos sus signos y expresiones, la dignidad, la justicia y la solidaridad. Las Universidades como establecimientos eminentemente sociales y políticas no pueden ser insensibles a esta realidad.
Finalmente, se trata de redefinir y darle vida propia a la misión y visión de la Universidad; se trata de redirecccionar la posición política de cada estudiante, de cada profesor, administrativo para volver a proponerles a todos y a todas el control supremo de su propia existencia.
Nuestro centro de estudios posee un reto y un compromiso muy trascendental con la nación, porque es la más grande institución formadora de cuadros para los puestos de importancia en la sociedad. Para eso, debe tener muy claro cual es su proyecto de sociedad y cual su proyecto político. Significa entonces, que hay que redefinir el rumbo instituyendo un proyecto académico que resuelva los distintos aspectos, sin ignorar los valores y principios fundamentales que rigen el ordenamiento de una sociedad democrática que aspira a que un nuevo mundo es posible.

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