jueves, 28 de agosto de 2008

A ROQUITO




A roque, el rey mayor de la página roja



Por: Tony Peña.



¡Ah guanaco¡ si supieras cuántas cosas han pasado en la historia no contada y prohibida del Pulgarcito, desde aquel día en que dijiste, quizá en la intimidad, a una mujer hermosa y al oído: “Cuando sepas que he muerto…”no se lo digas a nadie, porque si no me vuelven a matar estos hijos de su 10 de mayo. Si te contara que a don Chamba no lo pudimos talquear ni quitarle sus cánceres, sus postemillas ni con lavatorios de ruda y altamisa; no se pudo, hermano, aunque hicimos las cachas; porque fijate, qué brutos que fuimos, nos volvieron a dar espejos por oro y ahora a puro “marketin” nos quieren dar atol con el dedo índice.


Pero qué decirte, semejante poeta de mierda, como se lo dijiste alguna vez con muy respetuosa irreverencia a don Albertico el hijuepuerca; que le torciste el cuello al parnaso guanaxil de las Vacas Sagradas de la “literatiur” salvatrucha, esos poetas de alpiste, tosigosos o sudorosos de calenturas de sátrapas.


Recordarte de cuando eras un muchacho puberto, valiente y cojunudo e ibas en el desfile bufo vestido de cachiporra independenciera y la gente reía alegremente con mirada sospechosa; o cuando entrabas al “Lutecia”, aquel viejo bar, donde blandías tu lengua armoniosa y viperina contra la malta, el lúpulo y el Chema Lemus.


Te acordás, cabroncito, ciudadano del mundo, cuando estuviste en Praga y hablaste con Miguelito acerca de la matancinga del 32; pero mejor, cuando hablaste con Eraclio Zepeda, el mexicano, allá en Moscú y le dijiste que estabas trabajando en tu novela que inicialmente se llamaría “Los poetas” y que por razones no sabidas, se llamó Pobrecito poeta que era yo, te acordás.


Por cierto, cuando tu tata Mr. Winnall Agustín Dalton, quien fue un vástago desperdigado de un “cowboy” del Viejo Oeste, según tu hijo Jorge Vladimiro. Don Winnall, te envió a estudiar a Chile en 1955, todavía eras un mozalbete, a la sazón 18 años o 20. En ese año, entrevistaste a uno de los monstruos del muralismo mexicano: Diego Rivera. Ese viejo gordo y comunista malhablado, te pegó una gran pendejeada por no saber ni haber leído marxismo.


Y si hablamos de La Habana , no jodás, allá te recuerdan y te quieren, loquillo; hablan de vos en Habana Vieja, Vedado, Miramar, Cerro… hasta en el mismísimo Teatro Karl Marx; sólo en el pequeño museo de Casa de las Américas tenés un sitio con tu obra completa, incluyendo la Monografía de El Salvador; hay además unos discos de vinilo “Long-Play” con poesía declamada de tu viva voz. Silvio te inmortalizó con su poesía hecha canción. Compartís créditos con grandes de la literatura Latinoamericana: Julito Cortázar, Manuel Galich, Fayad Jamís, Roberto Fernández Retamar, Heberto Padilla, Onelio Jorge Cardozo y Miguel Barnet que dicho sea de paso, mi querido vate, Barnet vino a El Salvador en el 2006 y lo tuvieron Los Metáforos, imaginate, en Santa Ana.


Pues, el tiempo es una cosa misteriosa, Roquillo, ha volado como mariposa traicionera; pero tu querida presencia al igual que la del Che, está presente; aunque en este paísito chiquito y mariconcillo, la mapachada no te conoce total e íntegramente.


Es extraño pero no se sabe a ciencia cierta ni por las investigaciones etno-antropológicas, investigaciones hipotéticas-deductivas, cuantitativas y las investigaciones llevadas minuciosamente por la DICO(Divorcio Indiscriminado Contra el Crimen Organizado) , del porqué después de tu desaparición física aún en pleno siglo XXI, le tengan miedo a tu poesía dardo y te vean como esquinero sospechoso y el Rey Mayor de la Página Roja, y te lo digo así, a secas, sin pretender justificar que fuiste el autor de “Un libro Rojo para Lenin”, que roja es tu sangre, tu corazón y tu poesía y que además, los Albos y Aguiluchos no te perdonarían si entraras al estadio, al “Vietnam”.


Qué decir del amor, del erotismo, la nostalgia, la soledad y la pasión. !Admítelo Roquito¡ Y con permiso de la Niña Aídita tu esposa, no sé de dónde te salía tanta facundia, maestro¡ Lo cierto es que sos profundo en tus planteamientos académico-sensuales. ¡Ponele¡ estos versos cadenciosos, acompasados y rítmicos: “Hace frío sin ti, pero se vive”, “Siempre recordaré tu desnudez entre mis manos”(Poema: Y sin embargo, amor); “MUJER: hoy que amenezco”, “Hacia tu cuerpo y tu futuro parto desde mi mismo”(Poema: Mía junto a los pájaros); “Lisa; desde que te amo, odio a mi profesor de Derecho Civil”, “Lisa… tu desnudez me pide el matutino sol de la pradera”(Poema: Poems in law to Lisa). Con esos versos, cualquier aprendiz de novio le rasga las vestiduras a La Cuasimoda, a la Mima Pilsener, a la Ombligo Loco o a la Isabel la Católica.


Roque, estés donde estés, si es que estás. Aquí en la tierra y en todo lugar, tus perpetuadores del silencio, tus compañeros de lucha, tus caínes. Ellos hurgarán eternamente el espanto de la inmolación del Unicornio Azul. En sus hombros recaerá siempre tu desaparición y ella, los envolverá en una nube grisácea, casi negra, que los perseguirá como fantasma, será la sombra sigilosa que les imprecará día y noche por su acción enfermiza.


CONVERSACIÓN TENSA

¿Qué hacer si sus peores enemigos son infinitamente

mejores que usted?

Eso no sería nada. El problema surge cuando los mejores amigos

son peores que usted.

Lo peor es tener sólo enemigos.

No. Lo peor es tener sólo amigos.

Pero, ¿Quién es El Enemigo?

¿Usted o sus enemigos?

Hasta la vista,

amigo.


Poema tomado de: Dalton, Roque. “Un libro levemente odioso” UCA Editores, pág.90 4ª reimpresión.(2004)

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